Durante el final de curso, muchos niños recogieron aves que caían al suelo y no podían emprender el vuelo. En unos casos eran adultos que habían tenido algún tipo de accidente, y en otros eran pollos que habían caído del nido antes de estar preparados para volar. A todos ellos intentamos ayudar: unos no tuvieron mucha fortuna y murieron, mientras que otros acabaron en el Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de la Alfranca. También hubo unos pocos a los que conseguimos cuidar hasta que estuvieron preparados para seguir su vida de ave.
Uno de estos ha sido el pollo de vencejo que Ainhoa encontró hace unas semanas, igual que el año pasado Raúl y Alejandro. Lo atendió durante el fin de semana y después lo entregó al maestro para que continuara los cuidados.
Poco a poco ha ido creciendo, le han salido todas sus plumas, especialmente las larguísimas de las alas, ha ejercitado y fortalecido sus músculos pectorales empleados en el vuelo, y finalmente nos ha indicado con su nerviosismo, sus movimientos, …, que ya estaba preparado.
Así, salimos al campo, le dimos una última ración de comida por si los primeros días no acertaba a cazar muchos mosquitos, y vimos maravillados su entrada en las autopistas limpias y azules del cielo, donde ya pasará la mayor parte de su vida.
Por todo lo anterior, felicidades a todos los que lo visteis y cuidasteis, a Ainhoa que lo salvó, y a todos los que sois capaces de sentiros contentos al leer una noticia como ésta.
Para acabar, tres enlaces: al Centro de Recuperación de Fauna de la Alfranca, y a dos artículos de Pablo donde trata sobre los pollos en apuros (aquí el primero, y aquí el segundo), y donde aparecen algunas fotos del vencejo del que hablamos.
Un abrazo para los niños de Peñarroya.
José Luis.