martes, 24 de junio de 2008

EL VENCEJO QUE VIVE EN EL SUELO.



El sábado iba con mi madre a comprar y me encontré un vencejo. Le faltaban plumas en el cuello, es un pollo tan pequeño que aún no vuela y es la mitad de grande que un vencejo adulto.

Le hice en una pequeña cesta amarilla un nido, y dentro puse un pañuelo de muñecos. Con sus garras se te engancha en el cuello de la camiseta e intenta meterse dentro.

Es cariñoso y limpio (saca el culo fuera del nido para no ensuciarlo con las cacas). Por las noches no te deja dormir (no es porque ronque, es porque pía todo el tiempo).

El lunes, ayer, se lo llevé a José Luis. Le dio de comer buena comida y una caja con agua caliente en un bote que puso al lado del vencejo. Por cierto, se llama Gordo, igual que el vencejo del cuento que se titula El Vencejo que quiso tocar el suelo.

(ésto es un asalto electrónico. Soy José Luis, arriba las manos. Me cuelo en el artículo de Ainhoa para decir que ojalá el vencejo dentro de unas semanas pueda emprender un impresionante vuelo como su congénere hizo el año pasado, en uno de los momentos más bonitos del verano. Y también aprovecho para felicitarla por haber escrito historias tan bonitas en este blog durante el curso. Ojalá que siga escribiendo).


Feliz verano.
Ainhoa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Ainhoa soy Adrián muy bonito el articulo.